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“Somos europeos cuando nos hemos convertido en cives romani” E. R. Curtius ‘Literatura europea y Edad Media latina’

Heredero de la unidad social, política y espiritual forjada durante el Imperio Romano, el Vaticano sirvió durante siglos a la construcción de un ideal eurocentrista basado en una firme ortodoxia a la hora de entender (y regir) la sociedad occidental. Dentro de esa Europa cristiana (y todavía católica al cien por cien) se fueron gestando las bases de la nueva sociedad moderna, burguesa y capitalista y tuvo que producirse una cruenta lucha entre reformistas y contrarreformistas para que, finalmente, el germen capitalista aflorara desde dentro de la propia estructura social cristiana. O como hábilmente explicara Walter Benjamin: el capitalismo se fue transformando en la nueva religión occidental.

Los últimos cinco siglos de la historia europea han sido los de la tensión y lucha entre la secta de vanguardia que asumió el hecho de que el ser humano no es sino una simple materia destinada a satisfacer sus deseos individuales por encima de los colectivos (de Lutero y Calvino a la escuela económica austriaca), frente al sector conservador que ha defendido tradicionalmente una supuesta espiritualidad que hace justificable la idea de que el ideal colectivo debe estar por encima de los individuos para terminar favoreciendo intereses sectarios (de Santo Tomás a Ratzinger), más allá de la constante presencia de los heterodoxos e iluminados (de San Francisco de Asís a Marx o Freud).

Las luchas fratricidas vaticanas han representado la desesperada batalla por mantener un ‘statu quo’ imposible. Benedicto XVI intentó aplicar toda su intelectualidad para lograr enderezar el rumbo. Pero no se puede luchar contra el devenir histórico y contra lo que realmente se es. En ese sentido, la ideología ‘reaccionaria’ cristiana implica una reacción ‘desde dentro’, frente a la reacción musulmana que se produce ‘desde fuera’ y, por tanto, resulta más violenta en su manifestación física (que no espiritual).El abandono del papa intelectual queda como perfecto signo de los tiempos, símbolo de una derrota anunciada y demasiado alargada en el tiempo, paralela a la de esos votantes zombies italianos que, como en Grecia, han dicho no mayoritariamente a la ‘nazificación’ económica europea y cuya decisión en las urnas, no solo es calificada como irresponsable o confusa (¿es más irresponsable votar a Berlusconi que a Monti?), sino que, además, será convenientemente pasada por el forro de los cojones de Bruselas y Berlín. Justo lo que han hecho los lobos vaticanos con Benedicto XVI. 

Escucha recomendada para la lectura: Los Planetas ‘Santos que yo te pinté’

 

 

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Ampliación del Campo de Batalla, marzo 2013