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Clowneando voy, clowneando vengo

Hoy he ido al Teatro Leal, en La Laguna, con una amiga mía, con mi madre, con mi tía y mi primo. He estado en este teatro antes. Tiene muchos dibujos por toda la pared y el techo.

Enseguida, empezó el espectáculo. En el escenario se abrió el telón y aparecieron muchas cajas de varios tamaños y, de la más grande, salió un clown. Se supone que estaba en objetos perdidos...Al principio, no hacia mucha gracia, pero luego fue muy divertido.

Hizo muchas cosas con un globo, con un zapato, con un yogur y con un sombrero. Jajaja. Todos daban palmas y se reían. El clown, se puso a limpiar todo con un flis-flis, y a hacer el mimo, como si hubiera un cristal delante de nosotros, también se puso a reir como si fuera tonto (claro que es lo que tenía que hacer para que nos hiciera gracia)

Eligió a un niño del público que se llamaba Ernesto, le dijo que colgara su sombrero y su chaqueta en una percha, y al niño le costó un poco, hasta que lo consiguió. También le dijo que abrochara los botones de la chaqueta, que lo hiciera más rápido y más rapido y más rapido. El niño acabó sujetándolo todo como si fuese él el perchero. El clown le pidió ayuda para subirse a una silla y Ernesto no entendió las instrucciones bien y se puso a bailar y nos reímos mucho hasta que pudo subirse y le dio al niño una piruleta.

Para el número final, el clown se puso a tocar el piano y a cantar de mentira. Jajaja. ¡Aplausos y aplausos por todas partes! Luego le dio a Ernesto otra piruleta, y luego otra y después otra...

Se despidió con música y volvió a meterse en su caja de objetos perdidos y....  fin del espectáculo.

Una crónica de Daniela Rierola Moreno (10 años).