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Nesterowicz y la magnificencia de Mahler

La temporada de abono 2013-2014 de la Orquesta Sinfónica de Tenerife se despidió el 27 de junio en el Auditorio de Tenerife con la 'Sinfonía nº5' de Gustav Mahler (Kaliště, 1860-Viena, 1911), una interpretación que, si bien convenció a las cientos de personas que acudieron a la Sala Sinfónica, evidenció algunas cuestiones para la reflexión acerca del rendimiento exigible a una institución de prestigio.

Michal Nesterowicz, un director de las nuevas generaciones, se puso al frente de una formación instalada en el repertorio sinfónico para hacer una versión plena de frescura y dinamismo de la composición. Con una batuta elegante pero a la vez de movimientos tajantes, consiguió concebir la 'Quinta' dentro de un discurso bien contenido, en el que supo sacar las diferentes texturas, contrapuntos y color orquestal mahlerianos.

Vehemencia, virtuosismo y elasticidad rítmica distinguieron la interpretación de la Sinfónica tanto en el primer movimiento, 'Trauermarsch' ('Marcha fúnebre'), que abrió la trompeta solista Ingrid Rebstock, como en el segundo 'Stürmisch bewegt' (atormentado, agitado), donde ya se perciben ciertas dosis del nihilismo del Mahler que el director titular supo traducir en episodios brillantes.

Nesterowicz manifestó una gran capacidad para mostrar momentos de gran belleza de una partitura histórica e inmensa. Con una OST reforzada en sus distintas secciones, no solo fue capaz de hacer resaltar las grandes líneas estructurales de esta sinfonía, sino que además exhibió muy claramente el contrapunto entre las principales partes que la componen. Con un  determinante tercer movimiento, 'Scherzo', en el que la excesiva demanda exigida a los metales provocó algunas pifias y desafinaciones, el cénit de la noche llegó con el célebre 'Adagietto'.

Las secciones de la cuerda -con especial protagonismo de los ocho contrabajos y del arpa solista- estuvieron a la altura con un acercamiento seguro, sutil y muy expresivo de la partitura, que Nesterowicz abordó con un tempo lento pero intensamente descriptivo, lo que obvió cualquier consideración de tedioso. Ya en el 'Rondo-Finale', a modo de declaración de intenciones de la propia OST en su despedida de la temporada, el escenario de la Sala Sinfónica acogió toda una demostración triunfalista con una sonoridad y perfección técnica impecables.

No sabemos hacia dónde caminará la música clásica en los próximos cinco, diez o veinte años, ni tampoco cuál será entonces la relación que mantengan la cultura y la economía (en la actualidad tiene bastantes fisuras), pero sí queda la certeza de que con motivación y en las condiciones adecuadas (algo que últimamente brilla por su ausencia), una orquesta como la Sinfónica de Tenerife figuraría en un lugar preeminente dentro del ámbito nacional e internacional. Este concierto lo demuestra.