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Una noche lisérgica en el Aguere con Rufus T Firefly

Eran las 22:00 y el Aguere comenzaba a llenarse para recibir Rufus T Firefly con la calidez propia del público canario. Una calidez a fuego lento que hace que cualquier concierto, del género que sea y en el lugar que sea, empiece como mínimo una hora tarde. A pesar de esta circunstancia, en el ambiente no había ningún indicio de impaciencia porque todo el mundo sabía que iba a disfrutar de un gran directo, y ante la buena música la prisa nunca ha sido buena consejera.

La sala recibía al público con una iluminación floral de tonos magenta en total consonancia estética con el aspecto psicodélico de este último disco. Cuando entraron en escena Víctor Cabezuelo, Julia Martín-Maestro, Carlos Campos, Miguel de Lucas y Rodrigo Cominero, el público estalló en una enorme ovación, silenciada casi de inmediato por los primeros pétalos deshojados de ‘Magnolia’

Rufus T Firefly sorprendió a propios y extraños con un big bang de sensaciones sinestésicas, la explosión de colores musicales, la gran potencia de sus temas, y una constante ruptura de la frontera de expectativas que generan y alternan en sus melodías.

 

 

Tal y como prometían, su concierto fue “un viaje hacia el interior” de cada uno de los presentes, situando en una posición muy íntima la relación establecida con el público, que incluso sujetó la guitarra de Víctor Cabezuelo mientras a él le tocaba trastear con el teclado. Sin duda alguna la actuación de todos los miembros de la banda fue impecable, pero a pesar de ello, hay que destacar la energía y el pulso que aportó Julia Martín-Maestro con las baquetas en la mano: un auténtico espectáculo.

 

 

Muchas caras de satisfacción, almas saciadas de arte, amor, vida y naturaleza. Por lo que no resultó nada raro ver a gente haciendo air guitars y air drums. La atmósfera del lugar, la iluminación y las múltiples referencias al séptimo arte en las letras fueron un trayecto hacia las emociones de la infancia, sobre todo para todos aquellos nostálgicos que entraron contacto con la magia de la gran pantalla en las salas del antiguo Cine Aguere.   

Apenas paró la música a lo largo de la noche, solamente para unas breves palabras de agradecimiento al cariño que se le profesa en la isla al grupo, la gratitud a los organizadores y técnicos que hacen posible los conciertos, y el anuncio, recibido con gran ilusión, de que ‘Magnolia’ tendrá una segunda parte que continuará la línea marcada de esta primera.