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Mapa del interior de una autora

'Ping Pang Qui': ¿un drama autobiográfico sobre cómo controlar el desasosiego y la insatisfacción propia con disciplina? ¿Un homenaje a China repasando no solo la historia (Revolución Cultural, Tiananmen, el Libro Rojo de Mao, los tallarines, el ping-pong) que se puede contar sino también la que se oculta? ¿Un ejemplo de teatro experimental, contemporáneo, donde la ruptura con lo convencional desconcierta al público? ¿Un análisis sobre cómo la contemporaneidad mata el proceso de comunicación y el mundo de la expresión cambia?

Múltiples interpretaciones se pueden derivar de la representación que el Teatro Leal de La Laguna acogió la noche (fría y lluviosa) del pasado 15 de febrero de la mano de una de las actrices, escenógrafas y escritoras de teatro más reputadas y galardonadas de los últimos tiempos, Angelica Liddell (Figueras, 1966).

En ella, la protagonista se hace acompañar -en todo momento sobre el escenario, tomen parte o no de la obra- por Lola Jiménez, Fabián Augusto Gómez Bohórquez, Sindo Puche y del perro Txaku. Pero es China el eje central y punto de reflexión de esta obra en la que se mezclan política y arte, música y danza, literatura y lingüística, planteadas desde la total exposición al público de la propia Liddell quien, cual Oriana Fallaci, se hace entrevistar a sí misma y emplea tanto el desgarro como la violencia para mostrarse vulnerable ante los espectadores.

Los diferentes códigos artísticos -lingüísticos o no- que confluyen en 'Ping Pang Qui' contribuyen todavía más a afianzar la relación emocional que la obra teatral mantiene con el espectador a través de la escena. En el texto (segundo de la trilogía que la autora catalana dedica a China), Angelica desnuda sin recato su interior (sus pensamientos, su soledad y sus amores y temores) y su exterior creando en el espectador el mismo grado de desasosiego que de admiración.

La actriz y dramaturga se manifiesta a la vez frágil y férrea pero sobre todo se muestra como una gran intérprete de defiende como nadie una representación inclasificable en ningún tipo de etiqueta. A pesar de ello, y como representación de escena contemporánea, en 'Ping Pang Qui' es reconocible la multidisciplinariedad y el simbolismo de Wilson o la fragmentariedad de Müller, pero siempre bañados con una visión oscura y a veces violenta de la realidad.

Todo ello, según sus palabras, como “un profundo acto de amor convertido en rebeldía”, un argumento para el que emplea, con gran acierto, en varias ocasiones durante la representación la melodía de la ópera del compositor alemán Christoph Willibald Ritter von Gluck (1714-1787) 'Orfeo y Eurídice', basada en la tragedia de la mitología griega. Liddell quiere combatir la represión de un régimen dictatorial con belleza, encarnada en los fragmentos leídos en directo de la obra 'Un hombre solo' del premio nobel Gao Xingjian (China, 1940) o en la 'supuesta' interpretación por parte de una mujer china de música tradicional del país que, según cuenta la autora casi al final de la obra, decidió a última hora no participar por miedo a las represalias que podía tomar el Gobierno de su país. ¿Una historia real u otro símbolo más para denunciar el totalitarismo de esa sociedad que tanto ama?

Muy emocionante en cualquier caso. Pueden escuchar algo más de esta mujer extraordinaria en primera persona aquí.

Representación 'Ping Pang Qui', de Angélica Liddell, Cía Atra Bilis

Teatro Leal (LL), 15de febrero de 2014

por La Cuadratura de Cía

Foto: dossier de la compañía