Usted está aquí

"El culto al público es pernicioso para el arte"

Carlos Costa es un tipo tranquilo. Charlando junto a él apenas se percibe la rabia de animal de escenario que desprende en sus conciertos. Es además un tipo inquieto. Hace bien poco que llegaba tras una intensa experiencia musical en Chicago y cuando quedamos con él prácticamente acababa de aterrizar de su viaje a Lyon donde recogía su nuevo contrabajo.

Este audaz músico prepara para este jueves una interesante residencia en Equipo Para y decidimos quedar, e indagar acerca de lo que nos tiene preparado. Todo esto en una cordial entrevista en la que surgieron también otras cuestiones no menos interesantes.

Lagenda .- Cuéntanos... ¿Tres días diferentes?¿Tres residencias en una? ...estamos un poco dispersos

Carlos Costa.- Será una intensa residencia de tres días en los que me concentraré en tres diferentes trabajos que acabarán con un concierto nocturno en cada ocasión. Por una parte mi proyecto en solitario ‘Door of no Return’, por otra parte un poco de impro junto a Manolo Rodríguez con quien también interpretaré ’La Espera’, una obra propia para guitarra clásica y contrabajo. Y por último el proyecto Chaira, donde varios músicos desarrollamos obras más propias del mundo del jazz, tal y como yo lo concibo. Combinamos rítmica y melodía y contiene tanto composiciones propias como lenguajes de la improvisación. Es bastante orgánico, y nos movemos en el límite en el que el público no sabe si está escuchando una melodía compuesta o improvisada. 

L.- Ahora está claro. Parece complicado tener disciplina suficiente para afrontar esta odisea ¿Eres duro contigo mismo y con los demás mientras trabajas?

C.C.- No me gusta cortar la energía. Aprovecho el tiempo, prefiero que la música sea imperfecta, pero que no deje de fluir. Lo realmente importante es que fluya. Salvar la energía y la continuidad del proceso es primordial. No me considero como un compositor o un líder pesado. Trato de no controlar muchas cosas y de enriquecerme con lo que los demás puedan ofrecerme o proponerme.

L.- Te hemos visto en numerosas ocasiones interpretando géneros y vertientes diversas ¿Cuál sería tu forma de entender el jazz?

C.C.- No creo que el jazz sea un término que pueda definir un estilo. Si dices esto es jazz, significa que el resto no lo es. Engloba muchos elementos, diferentes sensibilidades y culturas. También incluye vanguardia y tradición. Para interpretar hay que ponerse en contacto con la gente que quiera beber de las fuentes que propones, ya sean africanas, afroamericanas, o que representen libertad o improvisación.

L.- ¿Cómo encaja en tu trayectoria la faceta de explorador?

C.C.- Todo arte es exploración. Acabo de leer un ensayo de Ortega y Gasset muy interesante, 'La deshumanización del arte' que me recomendó Manolo (Rodríguez). Esta obra explica perfectamente la relación entre lo nuevo y lo viejo, y cómo aceptamos que lo tradicional está asimilado por la sociedad y que lo experimental sigue siendo difícil.

L.- Fuiste a Chicago a una residencia que acogía el gran Steve Coleman. ¿Cómo fue esa experiencia?

C.C.- Aprendí muchísimo de Steve, como te conté antes, aprendes a ponerte en contacto con gente mayor que tú y recibir de primera mano los elementos que buscas. Ya había asistido a alguna de sus masterclasses y esta residencia era la oportunidad que había buscado toda mi vida. Tuve que movilizar a mi familia y mis proyectos, anteponiendo este viaje a Chicago a cualquier otra obligación. Si no hubiera ido no hubiera pasado nada, pero me hubiera perdido lo que ocurrió allí.

L.- ¿Y qué ocurrió?

C.C.- Creo que sin llamarlo destino, en esta vida trazamos círculos, gravitamos sobre estrellas para recibir su luz. Con Steve no vas a clase. Hablas, tocas y escuchas conceptos de filosofía o de astronomía. Te acercas a un maestro más que a un profesor. Trasmite mucha información y desde diferentes perspectivas. Fue una experiencia enormemente intensa, y seguramente uno de los highlights de mi carrera. En esos 10 días se respondieron muchas cuestiones y se abrieron las puertas a nuevos conceptos que seguiré trabajando en el futuro. Creo que realmente me ha cambiado.

L.- ¿Veremos algo de este nuevo Carlos Costa en la residencia en Equipo Para?

C.C.- Por supuesto. Lo que he aprendido lo llevaré conmigo toda la vida. Por ejemplo, el sábado, junto a Chaira, este aprendizaje será mucho más evidente, pero seguro que algo se colará en el resto de actuaciones, ya sea junto a Manolo o en mi proyecto personal.

L.- Por cierto… ¿Cómo va ese disco en solitario?

C.C.- Pues muy bien, el cd está totalmente acabado, pero saldrá en junio del año que viene. Lo lanzo a través de un sello londinense que edita improvisación, y prefiero que sea así y que sean ellos quienes marquen los tiempos.

L.-Pues estaremos al tanto. Oye ¿...y cómo encaja Manolo Rodríguez en tu actual universo?

C.C. Manolo es mi compañero de exploración, somos amigos desde hace muchísimo tiempo. Creo que es alguien sin el que no se entiende mi música. Más de la mitad de las cosas que he hecho musicalmente han sido junto a él. Compartimos muchos puntos en común, nos gusta estar alerta y en vigilancia, no caemos en la complacencia y juntos llevamos el peso de que al público le es difícil escuchar o le cuesta clasificar tu proyecto.

L.-¿Y qué representa el público para Carlos Costa? Se te ve preocupado con este tema

C.C.- El público es una de las columnas que sujetan la música. Lo que hago es un arte para compartir en el momento. Quien se acerca a escucharme tiene mi máximo respeto. Se que a veces es complicado, pero hay conexiones que requieren de ciertos hábitos y no se construyen en 3 o 4 años. El público es otra dimensión. Si me interesara solo el público haría otro tipo de música. Hay que ser prudente. Un excesivo culto al público es pernicioso para el arte. Pocas cosas son defendibles en una sola dirección. Hay que buscar otros ángulos, enfocar lateralmente para encontrar otras perspectivas.

L.-¿Qué esperas de esta residencia?

C.C.- Parte de lo que espero ya lo he conseguido. Poner en juego grandes valores que participan en la propuesta, desde afrontar este reto en el Equipo Para, que considero un espacio idóneo para desarrollar esta residencia, la ayuda de Gonzalo Prieto en este tinglado que aceptó de buena gana mi oferta, y por supuesto los músicos que colaboran, así como al público del que espero que estos encuentros les resulten satisfactorios. Me encantaría que fuera esta la primera de muchas residencias. Me encantaría poder organizarlas anualmente y en el futuro poder abrirlas, por ejemplo, a una dimensión más pedagógica. Esto es solo un punto de partida. 

 

Asi que ya saben. Si no quieren perderse la oferta de uno de nuestros músicos irrepetibles pueden pasar por la sede de la Asociación Equipo Para y asistir a uno, dos o tres días de esta residencia que comienza este jueves 19. Nos dice por lo bajini que si hay alguien interesado en saber cómo se trabaja desde dentro en estas residencias y poder asistir a un ensayo pueden hacerlo si lo solicitan con antelación a través de un mensaje privado en su perfil de facebook ​Carlos Costa