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“Ser lírico no es ser un peñazo”

Mantenerse quince años al frente de un programa promoviendo que la cultura salga a flote no es tarea sencilla –que se lo pregunten a Jordi Hutado–, mucho menos en un mundo amenazado por las injusticias de la socialdemocracia y el neoliberalismo–. Hace justo tres lustros que la voz de Héctor Martín González (San Cristóbal de La Laguna, 1978) comenzó a comunicar a través de las ondas radiofónicas el “acontecer músico-cultural de la música de autor, la denominada 'world music' y el jazz” –como él mismo describe en la web en Creativa Canaria– en un espacio al que regaló el sugerente nombre de 'Canción a quemarropa'.

Durante este tiempo, Héctor Martín ha logrado enganchar a la radio (y a las redes sociales) a una manada de seguidores gracias a su habilidad comunicativa y profesionalidad, las mismas que le han permitido trazar una radiografía certera de la escena musical del las islas convirtiendo su programa en un referente local para la divulgación artística moderna. Ese carácter cercano y natural es lo que le llevó a celebrar a principios de este mes el concierto-aniversario 'Canción a quemarropa, 15 años', del que comenta: “Ha sido impresionante el impacto que hemos tenido desde el punto de vista social y musicocultural. Nos ha encantado poder llevar a cabo la actuación de dos grandes voces como han sido la de Lara Bello, de Granada, residiendo en Nueva York, y la de Beatriz Alonso, arropados por un buen número de músicos que no palidecen en calidad. La noche fue redonda y estamos muy contentos con el resultado obtenido y por el magnífico trabajo realizado por todos los trabajadores y empresas que estuvieron implicadas de una u otra manera”. Este éxito ha servido a Lagenda como excusa para hacerle, vía correo electrónico, la siguiente entrevista.

LAGENDA.- Quince años liderando 'Canción a quemarropa'. Como comentan los mayores, se dice pronto ¿no?

HÉCTOR MARTÍN.- Se dice pronto, desde luego, pero sin embargo hay bastante experiencia acumulada detrás y se ha sentido como un trabajo bastante amplio.

L.-¿De qué manera ha evolucionado o se ha transformado el proyecto 'Canción a quemarropa' para pervivir durante los últimos quince años?

H. M.- Ha sido definitivamente muy mimético con el paisaje y con la situación. Con la llegada masiva de internet, por ejemplo, hemos dado el paso al mundo “podcast” y a medios que antes eran impensables como creativacanaria.com. Hay que confesar que en 15 años hay tiempo para ir por varios sitios. Hemos estado en radios grandes, pequeñas, medianas, buenas y regulares. Ha habido tiempo para todo. Estamos en líneas generales satisfechos.

L.- ¿Qué momento o momentos destacarías de estos tres lustros de “viaje periodístico”?

H. M.- En ese sentido, ha sido un viaje muy parejo. Siempre destacamos las veces que hemos dado oportunidad a gente que no tiene un nombre muy mediático y después, al cabo del tiempo, te das cuenta de que llegan a grandes cotas en el quehacer de la música. Cantautores de pequeños garitos a grandes salas. Ese es a veces el objetivo.

L.- La música de autor, la denominada world music y el jazz centran esta propuesta periodística, géneros todos del siglo XX que nacieron rodeados de conflictos bélicos, incomprensión y que han dibujado un mapa de diversidad sonora. ¿Y en el siglo XXI?

H. M.- Y en el siglo XXI las cosas no están perfectas tampoco. Todavía hay conflictos sobre los que se puede disparar canción a quemarropa, y a veces con más razón que nunca. Siempre hay espacio, de todos modos, para escuchar un buen estándar de jazz, una gran canción africana o algunos de los clásicos “rosarinos” de Argentina, por poner unos ejemplos.

L.- Hay quienes dividen o encasillan la música en aquella compuesta para el entretenimiento, por un lado, y la intelectualizada, por otro. ¿Está de acuerdo con estas fronteras? Si es así, ¿dónde colocaría estos tres géneros de Canción a quemarropa?

H. M.- ¿Quién dijo que no es divertido pensar mientras se escucha una canción? ¿Por qué el compromiso con una letra o con unos acordes está destinado a estimular el intelecto y no enteramente a la persona? No quiero responder con preguntas, pero desde luego creo que hay un punto en común y que algunas de las canciones que ponemos en el programa, relacionado sobre todo con el jazz, fueron pensadas para divertir, enamorar, para bailar en un club. Seguro que hay alguna frontera pero no es nítida, eso seguro.

L.- Dice Javier Ruibal que “un cantautor no es un señor coñazo que canta cosas tristes con cuatro acordes”. ¿Cuál es la imagen actual de la canción de autor?

H. M.- Estoy bastante de acuerdo con Ruibal. Él es un buen ejemplo de no ser un peñazo en un escenario. Ser lírico no es ser un peñazo. Ser comprometido políticamente o con una opción marcada tampoco lo es necesariamente. Ser aburrido es una mala noticia y, desde luego, no se pretende aburrir con la música de autor. Pienso que tiene que ver con estereotipos que van tomando los diferentes estilos musicales. A ello han colaborado algunos sketches de humor, del típico hombre barbudo con una guitarra y conversando con sus musarañas.

L.- ¿Es un buen momento para el jazz?

H. M.- Sí. Por supuesto, cualquiera que quiere puede disfrutar de un espectáculo de gran calidad de jazz en Canarias y fuera de él. Las producciones llegan de manera masiva a nuestra redacción y los músicos tienen una calidad estandarizada por la Berklee, Universidad de Boston especializada en la materia. Hay mucha gente haciendo discos espectaculares y muchos proyectos que combinan la experiencia de músicos consagrados y de jóvenes y buenos intérpretes. Por citar un ejemplo, 'First Meeting: Live in London, Vol. 1' (Whirlwind Recordings Ltd. 2014) con Lee Konitz, Dan Tepfer, Michael Janisch y Jeff Williams. Estándares con tremenda calidad e intergeneracionales.

L.- En Canarias parece que solo se han mantenido los festivales de jazz, ya que los dedicados al world music o a la canción de autor que hubo en su momento ya han desaparecido. ¿Se debe al poco interés del público?

H. M.- Se parte de un error de base, hay, más que festivales, circuitos y ciclos que tienen que ver con la música de autor, por ejemplo. Podemos destacar uno que realiza el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife en el Espacio Multifuncional del Teatro Guimerá que se llama 'Palabra de Autor'. Desde luego, también es exigible al oyente que busque información y acuda a los conciertos. Yo creo que la gente que acude, el que da una oportunidad por algunos euros, le gusta y que muchos de ellos repiten. En relación con la world music, hay que recordar que ahora vuelve el WOMAD. No debería haber desinterés por estas músicas y hay que recordar que los espectáculos o eventos de una sociedad son reflejos de la misma.

L.- ¿Qué hay más en la música: riqueza creativa o riqueza monetaria?

H. M.- (Risas) Riqueza creativa, pero es evidente que depende del ranking en el cual te muevas. Hay cachés que siguen siendo grandes.

L.- Si te dieran a elegir, ¿qué década, musicalmente hablando, te hubiera gustado retratar?

H. M.- Es probablemente la pregunta del millón. Si nos referimos al jazz, naturalmente hubiese elegido un compendio de los 20, 30, 40 y 50 hasta el mágico toque de Miles con el ‘Kind of Blue’ y el gran John Coltrane que superó muchas fronteras con discos como ‘A love supreme’ (y eso ya supone pasarnos a la década de los 60). Uno siempre soñó con ser como Rudy Van Gelder en Englewood, el ingeniero de sonido que grabó a Coltrane, Rollins, Cannonball Adderley... ¿Y Woodstock? ¿Cómo dejar atrás los 70 y su fusión? ¿El rock sinfónico? En definitiva, siempre es mejor conformarse con la etapa que nos ha tocado vivir, hemos conocido a algunos de los músicos protagonistas de algunas de esas etapas importantes para la vida de la música actual, pero nos transmiten siempre que la historia que nos han contado es más rosa que lo sufrido y lo que realmente ocurrió.

Muchas gracias, Héctor, por contestar a estas preguntas lagendarias.  

Un saludo muy cordial a los lectores y a los amigos de Lagenda por su trabajo legendario e importante para los que intentamos transmitir (y retransmitir) cultura.