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"No asimilo una fiesta sin reggae"

Omar Xerach, conocido cantante de blues de grupos como Sin Belda Blues, o más recientemente, de las jam session del Blues de Bar, estrena proyecto en solitario para acercarse a su otra gran pasión musical: el reggae. Será en un concierto, el próximo sábado 1 de noviembre en el Aguere Espacio Cultural donde ofrecerá los temas de su primer E.P. 'El Universo es Nuestro' que, como de costumbre, reseñaremos más adelante en nuestro blog de crítica musical local 'Pólvora Canaria'. Permanezcan en antena.

 

LAGENDA.- Vemos que en este trabajo has contado con la colaboración de figuras consagradas en la escena reggae local, como pueden ser dj Arrocín o Dadda Wanche, ¿cómo ha sido trabajar con ellos, qué te han aportado?

OMAR XERACH.- Efectivamente el apoyo de otros artistas es vital, y más de gente como los anteriormente nombrados que llevan tantos años aportando su granito de arena a la escena musical canaria. En cuanto a Dadda Wanche, no tengo más que elogios hacia él ya que ha sido una persona que me ha apoyado y aconsejado mucho tanto artística como personalmente, lo considero una persona vital en cuanto a mi decisión de hacer carrera en solitario. Dj Arrocín ha sido otro luchador de los que quiero a mi lado siempre, su amabilidad, buen hacer y sapiencia han sido claves para este E.P.

L.- Debe ser un empujón importante, al igual que en el directo de presentación, donde se sumarán también Don Virgilio y Dactah Chando.

O.X.- En cuanto a los artistas del directo del día 1, para mí son pequeños tributos que hago desde mi persona hacia ellos; Don Virgilio lleva años dando guerra con Pachumba, una banda referente, y en solitario y dentro del género raggamuffin, me parece el absoluto ‘king’ canario. El ‘Doctor’ Chando me parece el mayor genio musical del reggae canario y de ahí su éxito internacional. Son artistas (todos los anteriores) que han contado conmigo y me han apoyado más que ningún otro desde el primer momento y yo les quiero devolver el gesto en forma de tributo presentándolos como se merecen.

L.- ¿Qué aspiraciones tienes con este primer trabajo?

O. X.- Mi aspiración es poder seguir haciendo música, es lo único que me hace feliz. Tener un trabajo en solitario y haber hecho ‘tanto’ en relativamente tan poco tiempo es sólo un granito de arena de lo que a mí me gustaría aspirar, no quiero ponerme límites ni zanjas, pero hay que empezar por los cimientos y ya llevo varios años versionando o haciendo temas que se quedaban en el tintero y era hora de plasmarlos, al menos, de manera digital. Es un E.P hecho sin medios pero con muchas horas, entre Adrián Arvelo, Dj Arrocín y yo mismo. Trabajamos ya en el próximo que será, aunque suena a tópico, ‘más y mejor’.

L.- Lo de la backing band parece que es secreto, pero ¿alguna pista?, ¿cuántos serán?

O. X.- Son gente joven y alguna inclusión más veterana pero igualmente talentosos todos y cada uno. Por supuesto, contaré con el productor del disco Adrián Arvelo, que conocen de La Vieja Morla y Sin Belda Blues, en el bajo y a mi buen amigo Mathias Rehberg en una de las guitarras, a los otros componentes los presentaré en el momento ya que forman parte de una banda ellos mismos y me hace mucha ilusión que toquen conmigo.

L.- Omar Xerach es un artista relativamente joven, y reciente. No sabemos si te han contado de otras épocas, pero desde hace poco para acá, se puede decir que el circuito reggae en Tenerife vive una verdadera edad dulce. ¿Eres consciente de ello? ¿Qué opinión te merece esta 'efervescencia' de propuestas, y con razonable éxito de público, dentro de este estilo?

O. X.- Yo desde pequeño ya escuchaba lo que había en la escena como podría ser Africuya, Eclipse Reggae, más tarde conocí los directos de Da King Crew y Pachumba y vi que hay un talento para ese estilo de música en Canarias muy grande, supongo que por la insularidad y africanidad de nuestra geografía y cultura. Desde hace unos años, y con la inclusión de la cultura sound system gracias a Lava Sound y Brotherhood Sound pues los shows se han multiplicado ya que es un formato que favorece que las salas cuenten con la música reggae. Creo que en todos los subgéneros el reggae vive una época dorada, hay grandes referentes de roots, dancehall, raggamuffin, tanto en banda como en formato sound y esperemos que siga así, yo no asimilo una fiesta sin que haya reggae, de hecho es la única música que me hace bailar.

L.- También se te conoce por dedicarte a otro tipo de música, como puede ser el blues o el rock. ¿Qué diferencias, si las hay, encuentras entre la escena reggae y otras? ¿Piensas abandonar estos otros registros, al menos, temporalmente?

O. X.- Para nada, el blues es mi vida, pero es un género más íntimo, incluso oscuro, más que el reggae, intento buscar similitudes en mi personalidad y creo que mi parte de fuera hacia dentro, mi parte donde yacen los demonios, el miedo y el desamor es de blues, y de dentro hacia fuera, mi parte más alegre, fiestera y consciente es reggae. Seguiré compaginando ambos géneros incluso combinándolos, hay grandes bandas de reggae como Black Uhuru que han incluído partes de blues en sus temas y hay grandes bluesmen como Corey Harris y Youngblood Hart que han sabido combinar el reggae y el blues, o el gran Stevie Ray Vaughan que empezó en una banda de ska y reggae.

L.- Siguiendo el tema del blues, del que has sido intérprete asiduo ¿Qué similitues y diferencias hay entre estos dos géneros?

O. X.- Hay muchas diferencias, sobre todo si contextualizamos en Canarias y en el tiempo presente, pero también hay muchas similitudes. Históricamente, son géneros que nacen de la opresión, de la marginalidad, de la necesidad de un grupo social de desahogo, y se encauzan en el público general que los asimila como géneros de culto. Ambos son estilos que parecen fáciles pero después despiertan en el músico que las interpreta muchas dificultades en su primer acercamiento, ya que son géneros donde esas habilidades abstractas como el  groove, el flow o duende juegan una parte primordial. Ambos son géneros de la música negra como el funky, el ska, el R&B o el propio rock. Podríamos establecer muchas características similares entre ambos géneros, aunque de la que más me fío es de la sensación de ‘pelos de punta’ que me deja escuchar a Bob Marley, Black Uhuru, Bunny Wailer, Peter Tosh, etc. Y a su vez a Robert Johnson, Muddy Waters, R.L Burnside, etc.

L.- Ahora que citas opresión y marginalidad, el reggae siempre ha tenido una vertiente comprometida y de cambio social ¿es así en este proyecto? ¿Cómo crees que casa esto con la vertiente religiosa del rastafarismo? ¿Qué influencia tiene el movimiento rastafari en este proyecto?

O. X.- A título personal soy un ‘ser de espiritualidad diversa’, cojo de aquí y de allá y siempre intento que mi parte escéptica y científica no se deje sobrepasar por la parte ‘energética’, por eso no me puedo considerar rastafari ni religioso de ningún otro movimiento, sin embargo comparto muchos postulados de diversos movimientos y religiones con los que me he cruzado. Del rastafarismo me quedo con esa visión de un mundo mejor posible y de la utilización más amable de la naturaleza, así como con el respeto de la comunidad y la realización espiritual e intelectual del individuo y su armonía con el bien común. Mi visión personal acoge muy bien esa faceta de dicho movimiento ya que yo entiendo la música y el arte en general como una realización superior en la que las personas podemos descansar de nuestras diatribas y a la vez despertar de letargos sociales y adquirir conciencia de la realidad para luchar por un mundo con más sentido común. Por supuesto, todo esto añadido al disfrute y el baile que acompaña a la música, sobre todo la música reggae. Tengo compañeros y amigos que son religiosos o pertenecen a movimientos sociales de diversa índole e intento no prejuzgarlos sino aprender el uno del otro y viceversa. Ante todos somos seres universales dotados de una consciencia muy poderosa que convivimos en un común de energías, ese es mi análisis. En cuanto a mi deseo, espero que aprendamos a darnos más amor, a dejar las envidias de lado que ya bastante difícil es intentar reconocernos y asimilarnos como para encima tener disputas sociales inútiles y políticas absurdas al servicio del ego y el libertinaje más avaricioso.