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Niños no, gracias

¿Son fastidiosos los niños? ¿Se debe permitir a un establecimiento que prohíba la entrada a menores, aunque vayan acompañados por los padres o abuelos? “En esto de quitarnos de encima lo molesto, llevamos una carrera espectacular”. Así criticaba hace unas semanas Juan José Millás, en un artículo de opinión titulado 'Un problema propio', la creciente tendencia de restaurantes y hoteles solo para adultos, una medida que parece extenderse a aviones, trenes y museos.

¿Pero cuándo comenzó la intolerancia hacia los más pequeños? ¿No han existido siempre las carreras, las pataletas y los llantos o es que la permisividad que impera hoy en la educación de los niños ha generado este rechazo? La polémica tuvo su momento crítico en 2011 cuando asociaciones de familias tildaron de discriminatoria la decisión de un restaurante de Bilbao de impedir a los menores la entrada al establecimiento, aun acompañados por un adulto.

No ha sido el único, desde entonces hasta hoy han aumentado en todo el país los locales de ocio 'libres' de niños, de la misma manera que la segmentación de negocios ha contribuido a la creación de establecimientos 'pet friendly' (para mascotas), restaurantes para vegetarianos o veganos, otros para homosexuales, incluso espacios de carácter familiar con animación para menores.  

Discriminación por edad

Mientras la patronal de hosteleros defiende la legalidad de los espacios sin niños aludiendo a la libertad que tiene cada empresario para dirigir su negocio hacia el enfoque que mejor rendimiento le proporcione, los detractores de este modelo lo consideran anticonstitucional y, por tanto, ilegal.

En un reportaje publicado en el periódico El País, el catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra Marc Carillo explica que esta medida “puede ser acorde con la Constitución, y por lo tanto, sin que contra ello pueda alegarse discriminación por razón de edad”, siempre y cuando se lleva a cabo con una finalidad amparada por el ordenamiento jurídico español.

Pero no se trata esta de una prohibición exclusiva de España. Recordemos el anuncio hecho en 2012 por algunas compañías aéreas (Air Asia, Malaysia Airlines o Scoot Airlines, la filial de bajo coste de Singapore Airlines) de ofertar vuelos exclusivamente sin niños o bien con “zonas tranquilas”, esto es, áreas especiales sin menores de 12 años dentro de las cabinas de sus aeronaves. Si bien la noticia generó bastante controversia, ya en 2010 una encuesta del portal Skyscanner revela que un 52% de los usuarios de aviones preferiría un vuelo sin niños a bordo, según Eroski Comsumer.

Turismo solo para adultos

La restricción a la entrada de niños no solo es ya habitual en hoteles sino que se ha convertido en una tendencia en auge. De hecho, las principales cadenas, ante una realidad en la que la oferta es mayor que la demanda, han visto en la especialización de establecimientos 'sólo para adultos' un exitoso servicio para captar nuevos clientes y eludir la crisis.

En Tenerife, si bien no ha llegado aún el modelo de restaurantes o medios de transporte 'libres' de niños, sí que se ha implantado desde hace algunos años la proliferante oferta, aunque minoritaria, de hoteles para parejas. H-10 Big Sur, Iberostar Grand Hotel el Mirador, Stil Los Gigantes, Hotel Arenas del Mar, H-10 Gran Tinerfe e Iberostar Grand Hotel Salomé son los establecimientos en la isla dedicados a las vacaciones sin menores, según datos de Turismo de Tenerife, una lista a la que algunos portales de internet añaden el Hotel Colón Guanahaní, Hotel Diamante Suites, Hotel Red Leve al Gran Melia Tenerife, Hotel Sir Anthony, Hotel Spa Villalba, Hotel Primecomfort California y Playaflor Chill-Out Resort.

Entre ellos, destacan dos gestionados por la cadena Iberostar Hotels & Resorts, desde donde explican “la importancia de diversificar la oferta para ofrecer productos y servicios personalizados que aporten un valor añadido al tiempo de relax y disfrute” de los clientes. Por ello “la tematización” para parejas de establecimientos como el Mirador o el Hotel Salomé en el sur de Tenerife “contribuye a la especialización de Iberostar y la diferenciación de su oferta respecto a la de la competencia”.

A pesar de la controversia que pueda generarse, el grupo hotelero de la familia Fluxà tiene muy claro que “cada cliente tiene unas necesidades diferentes y el éxito está en satisfacerlas todas” y esta es la causa por la que en 2010 decidieron convertir el Iberostar Grand Hotel el Mirador en la categoría de establecimientos “solo adultos”, cuya “oferta de servicios y ocio está pensada para clientes que viajen sin niños o con niños mayores de 14 años” (en otros hoteles la edad mínima permitida oscila entre los 12 y los 16 años).

Consciente de que este modelo de negocio no cuenta con la aprobación general, ante todo, la cadena Iberostar Hotels & Resorts matiza que son “una empresa familiar y más del 90% de sus productos son familiares”. Sin entrar a valorar si la medida es discriminatoria o no, recuerdan que el grupo empresarial “plantea este concepto como una oferta complementaria a la general” sin dejar de lado la enfocada a las familias. “De hecho, -continúan- en las zonas donde opera 'solo adultos' siempre se ofrecen productos y servicios para familias, por lo que se trata de una de una forma de segmentar la oferta y de alcanzar la especialización de producto, pero nunca en términos de exclusión”.

Cuestionable o no desde el punto de vista legal, incluso ético, los datos demuestran que el turismo solo para adultos está muy extendido y solicitado a la hora de planificar unas vacaciones, especialmente por parejas con hijos que hacen escapadas a solas en busca de tranquilidad y desconectar del estrés de la vida familiar. A la vista están los resultados que, como indican desde Iberostar “han sido muy positivos, ya que trata de un segmento en alza que cubre un nicho de mercado que no tenía productos y servicios específicos”.

 

¿Estás de acuerdo con esta oferta solo para adultos o la consideras discriminatoria?

¿Crees que realmente los niños son molestos o el problema radica en que los espacios no están adecuados a sus peculiaridades?

¿Nos preocupamos los adultos por conocer las necesidades de los más pequeños y los respetamos?